miércoles, 25 de octubre de 2017

Sincericidio.

He decidido escribirte algo que no vas a leer. Suena estúpido pero luego pensándolo en frío tiene toda su lógica.No pretendo que vuelvas, ni que hagamos de esto una peli. Se escribe para quien no te lee, porque así no le das el poder de conocer tu alma por dentro. Se escribe para que no se lea, porque cuando las cosas se acaban es un intento de rematar y poner el punto final. Vuelvo a repetirte, todo esto tiene su lógica. Sí se piensa en frío. 
 Ahora que en las trincheras hay una espesa niebla y también crecen las flores en conmemoración a quién haya salido herido de esta guerra, quiero decirte algo( tal vez ya nada te importe, pero a mi sí). 

A veces las cosas se acaban, no porque queramos porque, a veces, y tan solo a veces, no podemos ser capitanes de las circunstancias. Las cosas se acaban y ya está. Todo tiene fecha de caducidad. Y después buscamos el fallo, buscamos a quién o a qué echarle la culpa ignorando que, cuando dos personas se enzarzan en una guerra, ambas empujan armas, y ambas tienen su parte de razón. No pretendía culparte, ni tampoco herirte. En ese momento odiaba todo, lo odiaba como aquel que todo lo que ha querido le ha naufragado, pero también entendí que no se puede estar a medias, y no se puede tirar de algo que no da más de sí, o tal vez sí, pero no se puede someter a la otra persona. No hay mayor castigo en esta vida que intentar dar algo que no tienes. De ahí la razón de la única cosa que te pedí hasta la fecha. Porque vivir a volantazos no es bueno para nadie, y yo ya no sabía a estas alturas quién mentía a quién, si yo por pedirte que te fueras, o tú porque nunca puedes darme nada. Fallos de cálculo. 

No me arrepiento de nada, y me acuerdo de todo. Desde la primera vez que me cogiste las manos hasta el último beso. Todo. Absolutamente. Como una película grabada a carrete que se reproduce cuando quiere y te pilla por sorpresa. Eme me has dejado el cuerpo fuera y la cabeza entera, y no pienso destruirte cuando salga el sol. O tal vez sí. Aunque esta deuda este siempre ahí, recordándonos qué paso y por qué, condenando nuestro pasado o nuestro futuro, no se salda con odio ni mucho menos. 
Por si te lo preguntas, me hubiese quedado a batallar contigo si me lo hubieses pedido. Podía cargar este texto de ojalas. "Ojalá darle la vuelta al reloj" o "Ojalá otras circunstancias". Pero las cosas pasaron como tenían que pasar, y nos pudo el miedo. 
Ojalá dejemos un día de pasar de un extremo a otro. 
Ojalá el miedo te desaparezca. 
Por eso he decidido escribirte una carta a mano, con todas esas que estaría dispuesta a decirte o las que nunca podría decirte. Y guardarla. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario